Cuando pasamos mucho tiempo inactivos o al empezar a entrenar seguro que te ha pasado que al volver a las rutinas de entrenamiento notamos que el corazón se nos acelera más, tarda más en relajarse y volver a pulsaciones bajas lo que nos lleva a cansarnos antes, a no poder rodar los mismos kilómetros o subir las mismas ascensiones que antes. ¿Qué ha pasado?.
Antes de cualquier cosa, no te preocupes, esto es normal y nos ha pasado a todos. Al tener una peor condición física por la inactividad, nuestra resistencia aeróbica es también menor, con lo que también hay que recuperarla. A medida que avancemos en nuestro entrenamiento, el aporte de oxigeno se irá optimizando y como consecuencia las pulsaciones tenderán a ser más bajas y menos aceleradas. A medida que vayamos recuperando nuestra condición física, el corazón se irá haciendo un poco más grande, con lo que será capaz de bombear más sangre al latir. También tendremos mucha más sangre disponible para el transporte de oxígeno con destino a nuestros músculos.
En nuestros músculos, nos encontramos que tendremos más capilares capaces de realizar el intercambio gaseoso entre la sangre y las fibras musculares. Además tendremos más y mayores mitocondrias, que son las que hacen la transformación del oxígeno en energía. Y finalmente, tendremos un efecto más, habrá una mayor cantidad de enzimas aeróbicas que van a conseguir un mejor funcionamiento de nuestros músculos.
Hay que tener en cuenta que cada persona tiene una genética que influye en las pulsaciones de nuestro corazón. Por eso el tema de tener más o menos pulsaciones es un tema particular de cada cuerpo. Lo que si es recomendable es realizar una prueba de esfuerzo para que un médico especializado en deporte certifique que estás al 100 % para poder forzar todo lo que estimes oportuno en tus rutas e incrementar la duración de tus entrenos.
